dimecres, 11 de setembre del 2019

¡No pasa nada, no seáis exagerados! - Remedios Falaguera




“La televisión es el primer sistema verdaderamente democrático, el primero accesible para todo el mundo y completamente gobernado por lo que quiere la gente. Lo terrible es precisamente lo que quiere la gente”. Clive Barker.
Primero fueron Los Serrano, más tarde Física y Química. Luego llegó Sin tetas no hay paraíso, La pecera de Eva y El pacto. Mañana, no quiero imaginarme el despropósito que nos espera. Decía el gran director de cine Federico Fellini que “la televisión es el espejo en donde se refleja la derrota de todo nuestro sistema cultural”.
Y si por cultura entendemos todos aquellos valores, tradiciones, normas, conocimientos, actitudes, etc. que nos caracterizan como grupo social y que se transmiten de una generación a otra con el objetivo de sacar lo mejor de uno mismo en beneficio de la sociedad, mucho me temo que no vamos por buen camino.
Me considero una adicta a la “pantalla amiga” y soy de las que piensan que comunicarse, contar historias, construir una ficción, transmitir emociones de una persona a otra, responde a una necesidad profundamente humana. A pesar de todo esto, también soy consciente de la importancia de “enseñar a ver la TV” ya que la educación de las nuevas generaciones no merece menos. Ser capaces de interpretar, analizar y fomentar el espíritu crítico ante aspectos positivos y negativos que nos aporta la TV es una asignatura pendiente que debemos rescatar si no queremos contribuir aun más al declive moral y cultural de la sociedad.
No vaya a tener razón aquel director de programas de TV que afirmaba con rotundidad: "Sólo me interesan los analfabetos y las marujas. Cualquier persona que haya leído un libro en los últimos cinco años no me sirve como espectador ni, por descontado, como testimonio." De hecho, así me parece, después de ver el primer capítulo de la nueva serie de Telecinco, El pacto, en la que los padres carecen de cualquier proyecto educativo y de autoridad moral sobre sus hijas. Tal vez por eso, son continuamente humillados por ellas, que con solo 15 años, han mantenido relaciones sexuales con el único propósito de jugar a ser mamás.
Es más, debo confesar que mi primera intención fue realizar un análisis más o menos profundo de esta polémica caricatura malintencionada de la realidad, en la que sus protagonistas se atreven a jugar con la belleza de la maternidad, con la vida humana, con el valor de la amistad, con la vida de familia, etcétera.
Y todo ello aderezado con un lenguaje soez y ordinario. Pero, visto lo visto, no puedo más que denunciar, en primer lugar, que considero esta serie “no apta” para la salud personal, familiar, cultural y social de nuestros jóvenes. Y en segundo, que después me siento insultada como mujer, humillada como madre, desorientada en mi labor educativa como profesora y avergonzada como periodista.
Que la TV es un medio de comunicación que responde a una necesidad vital del hombre, nos guste o no, es una realidad. Que en sus contendidos encontramos luces y sombras que influyen no solo en nuestra vida, sino también en la cultura, las normas y los valores de la sociedad que hace propias esas pautas de comportamiento, nadie puede negarlo. Por este motivo, es importante saber que las series juveniles no son más que simples historias de la calle adornadas con elementos de ficción, conflictos sentimentales, ligoteos, rollos de una noche, espectáculo, tensión, etc. para atrapar a la audiencia, para identificarnos con ellas, incluso, para confundir nuestro mundo con el suyo.
También, y tú lo sabes muy bien, hemos podido confirmar con una pizca de guasa en más de una ocasión, como la gente de la calle imita a los personajes (algunas de tus conocidas son prueba de ello) en su forma de vestir, de hablar, de sonreír, e incluso, de ligar. Lo que me lleva a preguntarte: ¿Cómo sabes si un programa es conveniente para tu salud física, psíquica y espiritual? ¿Te has planteado alguna vez la importancia y el impacto que tiene en nuestras vidas los contenidos que vemos en la televisión? ¿Has comprobado cómo te afectan los comportamientos y valores que transmite la pequeña pantalla en tu conducta, en la forma de vestir, en el modo de hablar? ¿Enriquece tu inteligencia, tu sociabilidad, tu capacidad lingüística y expresiva, o, simplemente, te dejas llevar por el “no pasa nada, no seáis exagerados”? ¿Es realmente una serie tan entretenida y seductora como para vegetar delante de la pantalla? ¿Con qué criterio vas a interpretar y valorar lo que “te echan por la tele”? Entonces, ¿qué programas puedo ver?, me preguntas. Te ofrezco mi truco personal: coge papel y lápiz, elige una serie de televisión y siéntate a verla conmigo. Mientras lo hacemos, apunta en dos columnas los valores positivos y negativos que te presentan en este nuevo episodio.
Por si no se te ocurren en ese momento, te adjunto una lista a modo de guion:
 Valores positivos
- Fomenta el aprecio por los animales y la ecología.
- Refleja situaciones de igualdad y solidaridad, respeto y tolerancia hacia las personas y la pluralidad de sus ideas.
- Fomenta el diálogo para resolver los conflictos y la participación social.
- Promociona la cultura.
- Fomenta la higiene y los hábitos saludables.
- Nos presenta personajes con sentido del deber, responsables, autónomos, coherentes y que vencen las dificultades con esfuerzo personal.
- Los protagonistas son personajes positivos y optimistas, con sentido crítico y capacidad autocrítica.
- El guion respeta el honor y la intimidad.
Valores negativos
- Fomenta la violencia verbal o física, el odio y el menosprecio, la discriminación y la burla.
- Utiliza un lenguaje sexista y frivoliza el papel de la mujer, el sexo, la religión, etc.
- Ataca la cultura y usa un lenguaje grosero, discriminatorio y denigrante.
- Fomenta las conductas no saludables como el alcohol y la droga.
- Utiliza la publicidad encubierta para fomentar la compra de productos e incitar al consumo.
- Nos presenta maltratos físicos y psicológicos y se utilizan armas de forma ostentosa y fuera de contexto.
- Se presenta de manera irónica los defectos físicos y psíquicos de algunos personajes.
Una vez finalizado tu análisis, con el espíritu crítico y la rebeldía que te caracteriza, debes decidir si quieres seguir en actitud pasiva ante la TV “a ver que me echan” o si prefieres ser tú el que llevas las riendas de lo que ves sin que te manipulen.

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